Hechizante la voz cálida y suave de Luis de la Carrasca se alza. Instante casi sagrado en el que sólo cuenta la música. Pero el flamenco es también ese baile, violento y sensual que se mezcla con la música en una misma pasión. Sin adornos. En el tono justo de este arte que es ante todo un estado de espíritu, el de la fiesta y el fuego.
Osmosis perfecta entre la música, el cante y el baile que hace entrar al espectador en un mundo que hechiza al corazón con este arte ancestral que refleja todos los sentimientos del ser humano.
3 o 4 artistas – cante, guitarra y baile